En España  los efectos de la burbuja de la construcción residencial han sido graves y   múltiples: desempleo masivo, endeudamiento de familias y empresas y fragilización del sistema financiero por créditos fallidos, morosidad, caída del valor de los activos inmobiliarios – pisos y suelo – y descapitalización, con su primera consecuencia: el cierre del grifo del crédito.